Tuve mis
tres derrotas. La primera
fue en el
amor. Olí cuatro narcisos
y los sentí
dulzones y sumisos.
Se me
volvieron cardos de tapera.
La segunda
fue de ésas que uno espera.
Efectos de
un error surgen concisos.
Los
toboganes del desastre, lisos
se muestran
cuando escampa la quimera.
La tercera
brotó de ser quien soy,
de mi
caudal de fe, de la exigencia
con que
preciso el blanco adonde voy.
Quienes no
quieren ir, saben la ciencia
que baja
pajarones de un hondazo
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