lunes, 28 de abril de 2014

Redondillas tucumanas




Redondillas tucumanas

yo las puedo componer.

De noche tendrá que ser

si me falto en las mañanas.

 

Redondillas fueron lunas

por dos días eclipsadas.

Redondas las empanadas

soberbias, sin aceitunas.

 

Redondas las plazoletas

escasas. Alguna sí.

Redonda fortuna vi

fugarse tras los cometas.

 

Redondas las secas fuentes

con lujosas esculturas

en medio. Bellezas puras

que el parque habitan, silentes.

 

Seres desnudos en piedra

que se fugaron de Europa.

Visten moho, si no ropa,

viejas pinturas o hiedra.

 

Una Diana, un Laoconte,

un Apolo, un galo herido

cruzando el mar han venido.

Al oeste, sueña el monte.

 

¿Monte? Cerro le digamos

como dicen por aquí.

Lindo cuando hablan así:

nos juntemos, nos sigamos...

 

¿Adónde? Al mentado cerro,

al cerro de San Javier.

Allí aún canta la mujer

que lo escogió para entierro.

 

Verde cerro que se esfuma

cuando se quema la caña.

Todo el paisaje se empaña,

se cubre de gris espuma.

 

Entonces la primavera

los lapachos anticipan.

Sus tres colores disipan

la negra lluvia cañera.

 

Rosas, los más numerosos;

amarillos, más brillantes;

y en los rincones, distantes

los blancos, más pudorosos.

 

Poco sitio para flores

hay en las calles del centro.

Todos se caen adentro

y así aumentan los calores.

 

Las calles son muy estrechas,

 las veredas lo son más

y los ruidos que escuchás

te perforan como flechas.

 

El silencio, siempre herido

en las iglesias se esconde.

No es tonto, sabe bien dónde

es amado y requerido.

 

Contra los actos y fiestas

de la Casa de Gobierno,

San Francisco, casi eterno

 rezando vela las siestas.

 

Trazando una diagonal

se pasa la Independencia

de Lola Mora, y la urgencia

nos cruza a la Catedral.

 

Tras las columnas y rejas

hay un Cristo de madera

tan bello, que nunca espera

devociones, no de viejas

 

solamente: de muchachas

y muchachos, por qué no,

o señores como yo

mordidos por malas rachas.

 

A su izquierda, el empedrado

va a la casa dicha Histórica.

Se presta a mucha retórica

 lo que allí se ha declarado.

 

Enfrente, se venden mates,

recuerdos, dulces y quesos.

Los novios enhebran besos

y se dicen disparates.

 

El día que se recuerda

vienen gauchos cabalgando,

zambas y el Himno cantando.

A nadie le falta cuerda.

 

Mientras, en “Diva” se busca

a la “Drag Queen Nacional”.

Nada está ni bien ni mal

si la diferencia es brusca.

 

Hay mucho para contar

acerca de Tucumán.

Las malas lenguas dirán

lo que yo quise callar.

 

Quizá lo confesaría

a mis padres dominicos.

De sobrios, parecen ricos
 
y afinan la Teología.

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