Arrancar
sucios bocados
a franca
descortesía
para hender
la medianoche
ruiseñora
de tristeza.
Mascar cielos
alumbrados
de eléctrica
fantasía
mientras
atasca su coche
un corazón que
tropieza.
Contar los
días cantados
al borde de
la alegría
para evitar
un derroche
de lágrimas
en la pieza.
Borrar los
sueños soñados.
Resucitarse
en un día.
Sangrar el
dedo en el broche
que
reinventa una corteza.
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