Ataque de pánico llamarán
a la rosa molesta y
tenebrosa,
perfumada en soledad
angustiosa,
cuyo agrio clamor no
entenderán.
Brotando por ahí la
encontrarán,
bella quizá, si nunca
jubilosa,
ríspida, sangrada, algo
vaporosa.
De un torpe manotón la
arrancarán,
como quien busca suicidarse
en calma,
para absorberla, y la llorosa palma
su llaga mostrará en
turbios espejos
al alma que reniega de sus
penas.
La flor se irá adentrando
por las venas
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