viernes, 27 de junio de 2014

Ají


Efecto de las comidas picantes:

queda sobreexcitado el paladar

y ensayamos, queriéndolo calmar,

seguir tragando como hicimos antes.

 

Así con el amor. Somos infantes

alterados. Exceso de jugar.

¡Que insista la pelota en rebotar!

¡Que rías, que bailes y que cantes!

 

Si la entrega del cuerpo fue dañosa,

las áreas percudidas del combate

se obstinan en pedir más de lo mismo.

 

La gesta del dolor se sueña hermosa.

Procuramos hundir el acicate
 
a milímetro escaso del abismo.



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