Pronto
saldrán los ejércitos
a repartir
caramelos.
Se nos
incendia el invierno.
Habrá
puntada sin hilo
y entrega
sin escarmiento.
De lo
mucho, querrás más.
De lo poco,
poco y nada.
La furia
del mar sonríe
de lejos,
trepada al monte.
Cuidado en
los ascensores:
están
llenos de caballos
y campos de
margaritas.
Un beso es
un aguacero
y un
rincón, un agasajo.
Las niñas
miran el fútbol
y los niños
cantan óperas.
Junio está
sentado al piano.
No faltará
la caricia
cuando le
vuelvas la espalda.
Se aproxima
lo de siempre:
lo nuevo,
lo inesperado.
Un soplo el
botón oprime
y el talón
exprime el aire.
Se abre la
carne del viento.
Hico-hico
mur-musita
jocoso el
ascensorista.
Madruga
pétalo a pétalo
y se duerme
cabalgando
como el sol.
Nuestros teléfonos
se preñaron
de campanas.
Dicen misa
los faroles.
Verde
asfalto. Corpus Christi.
Cambió la
estación y el ajo
hincó el diente a muchas brujas.
¡Qué solas
van las escobas
entre nubes
y satélites!
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