viernes, 20 de junio de 2014

Problemas de ajuar


Las polillas me comieron

los pulóveres, descuido

que se paga con invierno,

con agujeros en el ánimo.

 

Ya no venden naftalina.

Rodando rumbo al olvido

pasan las pelotas blancas.

Luego caen con estrépito.

 

No son perlas, son repudio

o capsulitas de espanto.

Nadie quería ese aroma

en sus abrigos de lana.

 

Peores son los buracos.

Perdí cuatro o cinco sweaters

que no me puse tres veces.

Algunos dejé en el piso

 

para que juegue la perra.

Ahora te venden colgajos

perfumados de lavanda

que ahuyentan a las taladras.

 

Se quedaran en gusanos

antes que andar presumiendo

de pálidas mariposas

en los placares ajenos.

 

Llegado mi cumpleaños

hermanos, madre y amigas

obsequian para mi torso

labor de las tejedoras.

 

Ya colgué mis venenitos

en la barra del armario.

Ahora el punto es evitar

nuevas manchas de comida.

 

Que no siempre el enemigo

                                             viene volando.
 
 
 

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