Distanciado
de Dios, como una monja
enamorada
de su confesor;
excesivo y
disperso, así el calor
por la
entropía humana; una lonja
de gris
ante los ojos, y una esponja
henchida a
partes de agua y de dolor
bloqueando
el aire ante el pulmón; hervor
ácido en
sangre; sin son ni lisonja;
así quedé y
partí, así me encuentro
todavía por
momentos; sin embargo
algo se
abre ante mí; hay un susurro
de voces
nuevas merodeando el centro
del ser; ni
contumaz ni carilargo
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