martes, 1 de abril de 2014

A una amiga del alma que cumple años


Una amiga del alma que es el alma, pues ¿qué será ésta, sino sustancia ideal que busca tomar la forma de cuanto ama? Y claro, luego de tantos años inclinada, vertida hacia la misma fuente de alegrías, de confidencias, de pesos llevados entre dos, no puede sino verse conformada por lo que consideramos persona separada ya casi sólo por convención.

Amiga mía: la que como germen vino en un barco de colecta bi-peninsular que alguna vez colegimos fue el mismo para los dos, y  quiso sembrarnos en nuestro permanente exilio bordemarino (del que yo escapo sólo en apariencias);  la que acunaron en un cajón de Cinzano; la italiana y mendocina; la que llevaba a un taller literario “el libro que Carlos le regalara” y se iba en un auto blanco conducido por ese novio que al pie del altar quedaría, con el ajuar sin usar; la que supo combinar a Melanie Klein con el whisky Criadores, para asimilar mejor este segundo; la que se enfundó en encaje, pantalón blanco y blusa de seda rosa para explorar la selva en la que a un tiempo nos perderíamos; la polizón de los sótanos cítricos; la mamá de la ruta; la que cautiva desde el mostrador a misteriosos ventaneros que le envían por carta su anónima pasión; la lúcida, ácida y permanente; la nunca contenta y siempre risueña, o casi siempre; la cazadora de ballenas; la que está segura de que siempre dudará; la que recordará todo lo que no quiero que recuerde; la que lamentará todo lo que olvida y yo siempre le recordaré; la tan hija de su madre y ya también, un poco, de la mía; la que salió loca, como su hermana; la que hasta casi se me vuelve española por contagio; la que canta el tango como seguro nadie lo cantará jamás; la que canta todo como canta el tango; la que más se aferra a la vida porque nunca sabrá qué hacer con ella; la eterna robadora de copas de vino; la siempre presente en cada brindis feliz y en cada desolación; la que se eleva sobre el mar como extensión del mar; la que anticipó, naciendo un 2 de abril, que cada derrotero implica siempre su derrota, salvo, claro, el del amor sin posesión ni reclamo, ese detalle intangible que siempre nos unirá, y nos conducirá una y otra vez al reencuentro insoslayable mientras andemos por aquí...

 porque, como le hace decir Lope de Vega a una napolitana:

 

“... el gusto no está en grandezas,
sino en ajustarse al alma
aquello que se desea.” 

(“El perro del hortelano”, versado protagonista de éstos mis tucumanos días)

 

Adriana, mi amiga, mi grandeza, mi alma,  mi deseo de vivir,

queda mucho camino todavía.

Mi memoria es tu memoria y mi corazón está ahí, con vos.

¡Feliz Cumpleaños!

 

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