¡Qué
orgullosos van los perros
que pasean
a sus amos!
Cada tanto
una meadita
para que
todos se enteren.
Están los
más posesivos
precisados
de correa
y los
otros, liberales,
que sueltan
a ver qué pasa.
Por el
olfato averiguan
cuanto sucede
en el barrio.
Las
noticias son alegres
a juzgar por el concierto
de su lomo
con las patas
y los rabos
movedizos
que bordan
trozos de viento.
¿Cuáles son
los más felices?
Quizá los
de los mendigos.
Han logrado
su designio
y sí, lo
comparten todo.
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