Vivir es
rectificar.
Todo hueco
es oportuno.
Serse mucho
es ser ninguno.
Insistir es
olvidar
sin
olvidar. Se revive
cuando se
toma el desvío
con paso
recto. El navío
sabe su
manso declive
y qué
puertos ya cerraron.
No toda
sombra es sombría.
No toda mi
sangre es mía.
Ha tiempo
la derramaron.
En la paz,
ciertos desmanes.
En el
fango, unas violetas.
Pocas palabras
secretas
y el fuego
en los tulipanes.
Me susurro
lo que digo
y me grito
lo que callo.
Me enhebro
firme en el tallo
y disperso
en el ombligo.
Nos suelta
la paradoja
mucho
cabello de mimbre.
Ni la carta
llega al timbre
ni toda la
sangre es roja.
No hay
velas en los veleros
para la
noche del rumbo.
Cuando presumo,
sucumbo.
¡Remar sin llorar, viajeros!
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