Yo me morí.
Resucité muñeco
y al
parpadear enredé las pestañas
en un
hilado de cien mil patrañas,
falto de
voces y empapado en eco.
Di mis
pasitos hacia el embeleco
de un circo
azul, montado sobre cañas
artificiales.
Figuras extrañas
danzaban
dentro, sobre hielo seco.
Quise
gritar pero no dije nada.
Fruncí mi
carne de cartón prensado
y a la
carrera perdí las piernitas.
Me vi
cayendo por una hondonada
de espeso
azufre, hasta quedar clavado
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