Vuelvo de
aquellos círculos espesos
donde
desgrano empeños de quimera.
Hay una dimensión más verdadera
si la
vigilia nos mantiene presos.
Que venga
el sueño y que nos mate a besos.
Como un
niño que se hunde en la bañera
ya no puede
gritar y desespera.
Tiende la
cinta que nos quiere ilesos
para la
floración de los pomelos,
el sereno
paseo de los cisnes
y la
celebración de los vapores
pálidos,
bordadores de pañuelos
en perla de
quietud, con leves tiznes
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