Primavera
fresca pide comer lentejas.
Este tiempo
recogido no será tan malo.
El agónico
tirano va a ensanchar su falo.
Atónito lo
caerá junto a las faldas viejas.
Con la
tecnobasura atascada en las orejas
vuelvo los
ojos a una crucecita de palo
y asgo el
silencio, navaja de agua en que me calo
par un tajo
de fuego que consuma las quejas,
hoguera de
nieve que nos renueve en un soplo
o lágrima
de arándanos a quienes me acoplo
para pico
de tórtolas en su vuelo bajo.
Siento el
remo del cielo hendido en los costados.
Se
espeluznan mis dedos, ocres, aletargados,
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