para
Alicia,
esa niña
española de Peralta, Navarra
Quien lleva
las de perder
¿dónde las
debe entregar?
Ambición
sin cultivar
se aplica a
reverdecer.
Conocemos
al jinete
cuando baja
del caballo.
Las carrozas
de zapallo
se atascan
en el retrete.
Las faldas
a Blancanieves
se las
pisan los enanos
y
encomiendan en sus manos
amores que
no son breves.
Para los
pobres, ayer
dijo robar
Robin Hood.
Hoy
pretenden tal virtud
y quedan en
pretender.
En el bosque
y en la niña
habita el
lobo feroz
y de un
granito de arroz
nacen los
gallos de riña.
Por amor de
un marinero
se humanó
la sirenita.
En cambio,
una señorita
se
pescadizó primero.
En el fondo
inexplorado
del lago
que está delante
palpita un
monstruo gigante
aburrido y
escarchado.
Aunque
gasten antifaz
no todos
llegan a zorro.
Muchos te
dan un mamporro
y luego
piden la paz.
Una niña
que nacía
al pie de
los Pirineos
al ver
tantos hombres feos
se enojaba,
no entendía.
A la gesta
miserable
de quebrar,
van con pasión
si trabajar
por la unión
es muy
duro, aunque deseable.
Para un
beso que despierte
habrá que
dormir cien años.
Discernir
propios de extraños
es más
talento que suerte.
El zapato
de cristal
se esconde
entre la ceniza.
El tesoro
está en la tiza
y en el
oro, mucho mal.
Se apropian
de los recursos
y violentan
las demandas.
Son pocos
los osos pandas
pero
abundan otros ursos.
Sin saber
adónde voy,
voy
afinando mi rumbo
según la
nota que zumbo
y el
desconcierto en que estoy.
¿Y qué ha
quedado de mí
cuando yo
mismo me olvido?
¿Lo negado?
¿Lo vivido?
¿Lo que
nunca conseguí?
Quien sabe
sin preguntar
responde
sin responder.
Quien
siempre da de comer
invita mucho a ayunar.
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