Señor, si me toleras, me perpetras
porque yo no soy hombre, soy flagelo.
Tengo pecados más que tengo pelo
y escribo vicios más que buenas letras.
Tú, que mis escondites los penetras
-nada es muralla para ti, ni velo-,
dame la mano cuando voy al suelo.
Dije que si me aceptas, me perpetras
y me desdigo así, pidiendo ayuda,
pobre en esfuerzo, millonario en duda,
hábil en gestos y palabras necias.
Pienso que voy a recibirla porque
no querrás otro Judas que se ahorque.
El corazón contrito no desprecias.
Fotografía: gentileza de Adriana Francano
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