lunes, 6 de octubre de 2014

Innominadas


Hay unas flores –no sé cómo se llaman-

cuyo color no acierto a definir.

Las cortan unos para el elixir

con que humedecen lo que no proclaman.

 

Dan el aroma de aquellos que aman

y la nostalgia de antes de partir.

Buscan su savia allá por el nadir

de la conciencia, que nunca reclaman.

 

Sueltan el polen a los cuatro vientos

cuando en el aire se les queda quieto

el cóndor aumentado de las noches.

 

Escupen hojas a los descontentos.

No andan en ramos. Huyen del aprieto
 
y de la petulancia y de reproches.




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