viernes, 10 de octubre de 2014

Luján


 

 La tersura intocable,

leve marfil, pizca de yerba mate,

estragada quedaba

en la esforzada lluvia peregrina.

Sobre el casto semblante

una angélica persiana se bajaba

con su resuello lila

esmerilado por estrellas grandes

y las viejas angustias transportadas

a espaldita de hormiga

se antojaban insomnes y borrachas,

 translúcidas y santas

bajo el manto imantado de la madre.

 

De noche, en la banquina,

diez argucias del humo se amagaban

y la lengua mordida

sólo azúcar sangraba
 
hacia el fondo cautivo del estanque.



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